Los morteros de construcción se componen fundamentalmente de cemento, arena, áridos y agua. De todos, el cemento es el más costoso en precio y en coste ambiental, dado que en su fabricación emite cantidades importantes de CO2. Por eso, cualquier componente que venga a reducir la cantidad de cemento en las mezclas resulta bienvenido. Los investigadores cordobeses han demostrado que las cenizas de biomasa de olivar, residuo reutilizado en parte por la agricultura, pueden reducir el cemento del mortero hasta en un 10 por ciento sin perjudicar la resistencia de la pasta resultante. La clave está, según han comprobado los científicos de la UCO, en el tamaño de grano específico y alto contenido de aluminosilicatos –un tipo de mineral- que contienen las cenizas y que favorecen la reacción de fraguado del cemento, lo que deriva en una masa especialmente fuerte.
En la investigación realizada por el equipo que dirige el profesor Luis Sánchez ha colaborado la empresa de morteros Grupo Puma, radicada en Córdoba.