El profesor Miguel Rodríguez Pantoja intervino el pasado lunes 4 de febrero en un nuevo seminario del Foro Synthesis en el que realizó una breve síntesis de los rasgos más destacados de la cultura grecolatina, entendiendo la palabra ‘cultura’ en su sentido específico de "conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.", que han marcado la civilización occidental y han dado fundamento a la otra definición de la palabra que ofrece la Academia: "conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico".
Según el profesor, esos rasgos atañen al buen gobierno de personas y grupos sociales: la libertad individual, la democracia, los comportamientos éticos que deben regular las relaciones entre los ciudadanos en el ámbito privado y público, los requisitos exigidos a quienes desempeñan los cargos dirigentes, el desarrollo del derecho o la regulación de la enseñanza y sus instrumentos. También a otros aspectos, materialmente perceptibles: la creación literaria, la revolución en las artes plásticas, el perfeccionamiento de la arquitectura, el desarrollo de la ingeniería, la veterinaria o la agricultura... E incluso a las disciplinas que hoy se consideran específicamente científicas: física, matemática y astronomía, geometría, biología, geología, medicina, veterinaria y farmacopea, astronomía, etc.
Desconocer el cómo y el por qué de esas aportaciones, y otras muchas, es un suicidio y está ayudando a la decadencia del mundo occidental. Por otro lado la ignorancia creciente de la lengua que fue y en muchos ámbitos es todavía vehículo de conocimiento, transmisión y fijación de esos elementos, que está en la base o ha jugado papel primordial en el desarrollo de las distintas lenguas europeas, contribuye inevitablemente a provocar su propio empobrecimiento y, por consiguiente, la pérdida de capacidad comunicativa de sus hablantes.
Es algo que, frente a la miopía de la mayor parte de los políticos y de los autoproclamados “intelectuales” en lugares como, desgraciadamente, España, han visto claro los gobiernos de los países más avanzados de Europa y América, pero también instituciones de primer nivel, desde la China hasta el Vaticano. Y que ocupa a un elevado número de particulares, de las más diversas procedencias geográficas, sociales, y profesionales, que se interesan por el estudio y difusión de la cultura clásica grecolatina.
