Un poco sobre la historia de Córdoba

Los primeros documentos encontrados sobre nuestra ciudad actual datan de la época de Bronce. En 206 A.C., los romanos conquistaron Córdoba, y esta pasó a ser la capital de la Hispania Ulterior, convirtiéndose en una base estratégica para las tropas romanas. Después de que César ganara la guerra contra Pompeyo, Córdoba experimentó una caída notable, aunque, poco después, recuperó todo su esplendor y se convirtió en la capital de la provincia Bética. En esta época, la ciudad era un centro intelectual muy importante, y algunos de sus habitantes llegaron a ser senadores en Roma. El correo oficial se enviaba desde aquí a los archivos administrativos, y el comercio de minerales y productos agrícolas, sobre todo de aceite, adquirió gran importancia, en parte debido a la construcción de la Vía Augusta, que cruzaba el río Guadalquivir sobre el Puente Romano. La ciudad estaba totalmente amurallada, como podrá comprobar en alguna de nuestras visitas guiadas. Las figuras locales más destacadas de la época son el dramaturgo y filósofo Lucius Annaeus Séneca y el famoso poeta e historiador Lucano, cuyas estatuas se pueden encontrar en diferentes lugares de la ciudad. El declive de la ciudad comenzó con el emperador romano Diocleciano y, con la expansión cristiana, la capital se trasladó a Hispalis (hoy en día, Sevilla). La importancia de las comunidades cristianas se puede disfrutar en una visita al Alcázar, donde se guarda un sarcófago paleocristiano, y el Museo Arqueológico.

Los visigodos se establecieron en España en el siglo V. Durante esta época, Córdoba jugó un papel importante en un notable evento histórico-religioso. El príncipe Hermenegildo, hijo del rey visigodo Leovigildo, abjuró de sus creencias paganas y abrazó el cristianismo. Para escapar de la ira de su padre, el príncipe huyó a Córdoba, donde encontró el apoyo de la población local, que se levantó fervientemente en armas contra el rey pagano. El príncipe, más tarde ejecutado por su padre, pasó a la historia como San Hermenegildo. Después del concilio de Toledo, que estableció el cristianismo como la religión oficial de España, se levantaron varios templos cristianos en Córdoba, como la notable Basílica de San Vicente, que se erigió sobre las ruinas de un templo romano. Estará literalmente pisando dicho edificio religioso en nuestra visita a la impresionante Mezquita-Catedral, ya que fue construida sobre los restos de esta Basílica. En el siglo VII, una serie de revueltas y guerras civiles condujeron finalmente al declive de la España visigoda.

A principios del siglo VIII, los omeyas ocuparon una vasta porción de España y convirtieron a Córdoba en la capital de Al-Andalus. Bajo el mando del Emir Abd al-Rahman I, Córdoba se hizo mundialmente conocida por su esplendor y refinamiento, que solo rivalizaba con Bagdad en el este. Los eruditos de todas las religiones acudieron a Córdoba para participar en proyectos científicos patrocinados por los gobernantes. Este florecimiento cultural continuó bajo el dominio de sus descendientes. Si tiene la oportunidad de visitar la Torre de la Calahorra (ubicada al otro lado del Puente Romano), podrá conocer un poco más sobre la historia de la ciudad, los artilugios y las técnicas utilizadas en ese momento en medicina, astrología y arquitectura a través de la descripción detallada de la audioguía. Dura aproximadamente una hora, pero merece la pena.

En el siglo X, durante el califato de Abd al-Rahman III, la ciudad contaba con una población de más de medio millón de habitantes y era la más avanzada de Europa. Sus habitantes disfrutaban de una serie de privilegios, tales como agua corriente en viviendas privadas, calles pavimentadas, alumbrado público, jardines, así como una gran cantidad de alimentos, medicinas, ropa y artesanías. La ciudad tenía entonces cientos de mezquitas, baños públicos (todavía hay algunos bien conservados, como los baños califales, en frente del Alcázar), zocos (mercados) y palacios. En el siglo X, algunas importantes escuelas de estudio judías emigraron de Oriente y se establecieron en Córdoba, de las que salieron notables médicos, astrónomos, filósofos y poetas judíos.

La Judería, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994, conserva todavía la arquitectura típica de esta época, como son las casas con paredes encaladas, los patios con azulejos y muchas fuentes de agua bellamente decoradas, que proporcionan frescura e incluso algunas de ellas agua potable para el visitante. Si accede a la Judería por la Puerta de Almodóvar y toma la primera calle a la derecha (Calle Judíos), encontrará la Casa Andalusí a su derecha, una hermosa casa de la época de Al-Andalus convertida en museo. Más abajo, también a su derecha, encontrará la Sinagoga, el Zoco (o mercado) a su izquierda y, finalmente, antes de llegar al final de la calle, encontrará la estatua de Maimónides, uno de los numerosos eruditos judíos de Córdoba conocido en el mundo entero por su Mishneh Torah de catorce volúmenes.

A principios del siglo XI, las presiones económicas y militares dividieron el califato de Córdoba en reinos más pequeños, llamados taifas, pero la ciudad siguió conservando su opulencia. Esta fragmentación, principalmente debido a sus guerras internas y el consiguiente declive de su poder, fue de la mano de los triunfos de la Reconquista cristiana. El rey Fernando III, el Rey santo de Castilla, que soñaba con la conquista de la gran ciudad de Córdoba, entró en la ciudad con su ejército en 1236.

Tras su llegada, el rey Fernando hizo construir en la ciudad una serie de iglesias y conventos dignos de mención. Estos templos combinan magistralmente los estilos de arquitectura románico, gótico y mudéjar. Córdoba también fue la base de los reyes castellanos Alfonso XI y Pedro I y contribuyó en la caída de Granada durante las etapas finales de la Reconquista. Los Reyes Católicos, la Reina Isabel I de Castilla y el Rey Fernando II de Aragón, también mantuvieron temporalmente su corte en Córdoba. Incluso Cristóbal Colón llegó a la ciudad en 1486 para hacer preparativos para su gran aventura. Su objetivo era convencer a los Reyes Católicos, durante su estancia en Córdoba, para que financiaran su expedición a través del Océano Atlántico. Para conmemorar las conversaciones mantenidas entre el marino genovés y los soberanos españoles, se erigió un monumento que representa a los Reyes Católicos y a Cristóbal Colón en los jardines del Alcázar de Córdoba (el castillo de la ciudad). Otro cordobés insigne es el distinguido estratega militar Gonzalo Fernández de Córdoba, nacido en la vecina ciudad de Montilla, que se convirtió en el comandante jefe de los ejércitos españoles durante la época dorada de conquista y expansión de España en el siglo XVI. Una estatua ecuestre de El Gran Capitán se erigió en la Plaza Las Tendillas, que los lugareños consideran el corazón de Córdoba.

Durante los siglos siguientes hasta el siglo XXI, Córdoba se adaptó a los numerosos cambios políticos que ocurrieron en España. La ciudad también abrazó los cambios culturales de los tiempos modernos, pero se negó a perder el aroma de las culturas que hicieron de Córdoba una ciudad excepcionalmente ilustre.

Hoy, Córdoba es una ciudad de tamaño medio de casi 400,000 habitantes que da la bienvenida a los turistas, los cuales pueden disfrutar de los notables vestigios que han dejado las numerosas culturas y civilizaciones que contribuyeron a hacer de Córdoba una ciudad singular.

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Texto adaptado de las siguientes fuentes:
http://www.islamicspain.tv/Andalusi-Society/The-Cities.html
http://www.mezquitadecordoba.org/en/