Philosophical Skepticism

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Abderite Tradition / Nausiphanes

En sentido estricto, hay una diferencia esencial entre  Nausífanes y Metrodoro y Anaxarco. Si tanto Metrodoro como Anaxarco tienen como características ser antecesores de Pirrón, Nausífanes fue su discípulo. Nos ocupamos de él no sólo por ser seguidor de Pirrón, sino por el intento, igual que los dos anteriores de conciliar la doctrina física atomista con la caracterización escéptica del conocimiento. Diógenes Laercio en el Proemio del libro primero, lo sitúa dentro de la "escuela" Italiana que surge a partir de Pitágoras, sigue en Parménides y Demócrito y concluye en Epicuro discípulo de Nausífanes y de un tal Naucides: "Del cual Demócrito, del cual ciertamente muchos; pero los más célebres son Nausífanes y Naucides, de los cuales Epicuro"1. Pero esta filiación cambia en el mismo Diógenes Laercio, cuando en el libro IX en el capítulo dedicado a Pirrón nombra a Nausífanes como su discípulo, y además por dos veces. Al principio de la vida de Pirrón, dice Diógenes que Nausífanes se sintió, siendo joven, atraído por Pirrón: "Por lo cual cautivó a Nausífanes, siendo todavía Joven"2. Un poco más abajo nombra a Nausífanes entre los discípulos de Pirrón: "Además de éstos oyeron también a Pirrón, Hecateo Abderita, Timón de Fliunte, el autor de los "Sillos", de quien hablaremos más adelante y además Nausífanes de Teo"3

Otros testimonios sobre Nausífanes de Suidas, Cicerón, Séneca, Clemente y Sexto, concluyen el perfil del filósofo. El primero, Suidas, vuelve a incidir en las relaciones de Nausífanes con Epicuro, ya que según su propio testimonio éste último fue discípulo de Nausífanes4. Cicerón repite el dato en el contexto de una ácida crítica contra los epicúreos, atacando a Epicuro por vanagloriarse de no haber tenido ningún maestro; de la misma manera que el propietario de una casa mal construida reconoce que no se ha servido de un arquitecto. Cicerón concluye que Nausífanes fue el puente transmisor entre las doctrinas de Demócrito y Epicuro: "[Epicuro] Se detiene en Nausífanes el democríteo, al cual, aun cuando no niega haberlo oído, ataca con toda clase de ofensas. Sin embargo, si no hubiese oído esta [doctrina] de Demócrito, ¿qué habría oído? ¿qué hay en la física de Epicuro que no proceda de Demócrito?"5.

Sexto Empírico, por su parte, reconoce a Nausífanes como discípulo de Pirrón. Este dato es de suma importancia al provenir de un escéptico que está interpretando la filosofía anterior al escepticismo: "Pero además, no es inverosímil que [la objeción de Epicuro a los matemáticos] viniera de su enemistad con Nausífanes, discípulo de Pirrón, pues mantenía su influencia sobre muchos jovenes y se dedicaba de forma diligente a las artes y a las ciencias, sobre todo, a la retórica"6. Sexto Empírico también vuelve a centrar el discurso sobre la relación entre Nausífanes y Epicuro. Así, un poco más abajo del texto ya presentado, dice Sexto que Epicuro rechaza en sus cartas la noticia que lo hace discípulo de Nausífanes: "Pues, yo por mi parte supongo que "los voceadores" creerán que soy también un discípulo de la "medusa", escuchándole en compañía de algunos jóvenes crápulas"7.

Cada vez se constata con mayor fuerza la relación que defendemos entre Pirrón y Nausífanes. Séneca aporta otro valioso testimonio: en una de sus cartas censura a algunos filósofos y critica sus ocupaciones superfluas sin relación con la práctica de la vida8. En este contexto, acusa a algunos filósofos de aprender sutilidades que atentan contra la verdad, citando entre ellos a Protágoras, Nausífanes, Parménides, Zenón de Elea, a los pirrónicos y los megáricos. De Nausífanes, por ejemplo, comenta su indefinición ante las cosas que parecen ser": "Nausífanes afirma que de las cosas que parecen ser, ninguna es más que no es"9.

De tal forma que, si esta afirmación se manifesta en el sentido de "no más es que no es" ou mâllon éstin _ ouk éstin concluiremos que los postulados de Nausífanes son muy parecidos a las de Pirrón.
Estas y otras referencias10 avalan la tesis que reconoce a Nausífanes como el sintetizador de la teoría pirrónica y de los principios democríteos: curiosamente Metrodoro y Anaxarco que son anteriores a Pirrón habían mantenido en equilibrio elementos escépticos y principios democríteos anticipando esta actitud de Nausífanes. La importancia de Nausífanes radica, pues, en el intento de formular teóricamente la conducta práctica de Pirrón. Es decir, su discípulo asume los planteamientos de su vida práctica e intenta formularlos de manera teórica. De ahí que según Diógenes Laercio, Nausífanes: "Solía decir, por cierto, que era preciso, por un lado,  asumir la disposición de Pirrón y, en cambio, [seguir] sus propias doctrinas"11.

Sólo desde esta perspectiva puede entenderse la primacía que otorga Pirrón a la diáthesis sobre los lógoi. La consideración de los lógoi es secundaria12 y la importancia de la diáthesis, es decir la disposición  que tenía en la vida es primaria13. En Nausífanes, por el contrario, lo substancial es el discurso, la actividad retórica para entender los problemas de la phýsis. Filodemo refiere que se jactaba del alto poder de convencimiento que tenía ante su auditorio mediante la palabra, utilizando la retórica para demostrar sus teorías acerca de la naturaleza: "Y dijo también que el que es sabio y físico puede persuadir a sus oyentes. Y no dejó ambiguo quién es el sabio, sino que dijo que él era capaz de llevar a sus oyentes a donde quisiera mediante palabras"14. Sexto Empírico avala este dato cuando al hablar de Nausífanes como discípulo de Pirrón afirma que se sentía atraído por la ciencia dedicándose expresamente a la retórica. Esta actitud, según Sexto, le lleva, posiblemente, a su enemistad con Epicuro, el cual combatió duramente a los seguidores de las "ciencias", los cuales según su punto de vista no aportaban nada a la sabiduría: "Parece que tanto los epicúreos como los pirrónicos habían conducido de común acuerdo la polémica contra los matemáticos (profesores de arte y ciencias) [...] Los seguidores de Epicuro pensando que las ciencias no sirven de nada para la formación de la sabiduría [...] Pero además, no es inverosímil que [la objeción de Epicuro a los matemáticos] viniera de su enemistad con Nausífanes, discípulo de Pirrón, pues mantenía su influencia sobre muchos jóvenes y se dedicaba de forma diligente a las artes y a las ciencias, sobre todo a la retórica"15.

Esta dedicación a la retórica era, evidentemente, negativa para Sexto, ya que el valor de la retórica debe ser puesto en duda. De hecho le dedica una amplia crítica en todo el libro II de su M., II, 1-113. Un retórico, dice, no busca la verdad, sino que sólo crea persuasión por medio de la palabra; centrando su filosofía más en ser persuasiva que en ser instructiva. El retórico no investiga, no busca la verdad, la disfraza, no dedica su esfuerzo a la búsqueda, a la investigación, sino al engaño.        Asistimos en Nausífanes a cierta tensión entre un incipiente escepticismo propio de su maestro Pirrón y una fuerte tendencia a la retórica como forma de convencer a los demás de su verdad. Esa tensión llega a Diógenes Laercio que la resuelve calificando tanto a Nausífanes como a Hecateo Abderita y Timón de Fliunte como pirrónicos, por el nombre del maestro y aporéticos, escépticos, y efécticos y zetéticos por la doctrina que defienden. Veamos el pasaje de Diógenes, mencionado en parte anteriormente: "Además de éstos oyeron también a Pirrón, Hecateo Abderita, Timón de Fliunte, el autor de los Sillos", de quien hablaremos más adelante y además Nausífanes de Teo, del cual algunos dicen que fue discípulo  Epicuro. Todos estos se llaman pirrónicos por el nombre del maestro, aporéticos y escépticos y además efécticos y zetéticos por su doctrina"16.

Brochard, Dal Pra y Robin17, realizan un intento por comprender las figuras que  son expresamente nombradas como discípulos de Pirrón en este pasaje de Diógenes. Estos autores llegan a la conclusión de que no es correcto, históricamente, ni aceptable, historiográficamente, postular la existencia de una escuela de Pirrón fuertemente institucionalizada en sentido filosófico. Evidentemente, no existe nada por el estilo, pero sí que se puede hablar de la existencia de discípulos, en el pleno sentido de la palabra, que siguen las doctrinas de Pirrón18. Así pues, aunque cuantitativamente el número de textos que justifican la calificación de Nausífanes como seguidor de pirrón es relativamente escaso, cualitativamente no dejan dudas. Por tanto, no podemos desconfiar de la noticia que considera a Hecateo, Timón y Nausífanes como seguidores de Pirrón. Sin embargo, su filosofía es problemática (llama por ejemplo la atención que no parecen ser filósofos de profesión sino más bien intelectuales en el amplio sentido del término), posiblemente porque también lo es la de su maestro Pirrón. De ahí que tengamos que hacer un considerable esfuerzo para comprender mejor esas pequeñas contradicciones a las que tanto está sometido su pensamiento.

Hasta aquí, hemos visto las relaciones que Pirrón y el pirronismo han mantenido con la filosofía anterior, y el proceso mediante el cual la filosofía presocrática fue transformando un cierto dogmatismo filosófico en un escepticismo más crítico. A pesar de las dificultades textuales que hemos encontrado, sostenemos que el pirronismo no es un movimiento aislado en la filosofía griega sino que surge del desarrollo de los problemas del conocimiento. También comprobamos que la línea representada por Parménides y la representada por Demócrito contribuyen, aunque por razones diferentes, al planteamiento en Pirrón de algunos problemas gnoseológicos sin resolver y al desarrollo posterior del pirronismo. Así mismo, cabe subrayar una progresiva transición desde una filosofía dogmática firme en sus criterios de distinción entre la verdad y el error, a una actitud más crítica en la que desaparece todo criterio de verdad. Esta transición hacia el escepticismo viene como consecuencia de una paulatina desconfianza en los sentidos como forma de conocimiento sensible, y de una gradual crisis de la razón, consecuencia de lo anterior, que se muestra impotente para descubrirnos la verdad19. Una última observación. La historia de la filosofía está rodeada de huecos que atrapan y destruyen la coherencia del pensamiento. Llegamos a lugares en los que la razón se puede sentir desamparada: uno de ellos es el escepticismo. Este contexto que acabamos de exponer puede servir como punto de partida desde el cual podamos comprender mejor la incertidumbre del pensamiento, que no hay que negar, y su conclusión en el pirronismo.


  1. D.L., Proemio, I, 15: DK 75 A 1.
  2. D.L., IX, 64.
  3. D.L., IX, 69.
  4. "Epicuro... pues oyendo al democríteo Nausífanes y a Pánfilo discípulo de Platón", SUIDAS Epik.,: DK 75 A 4.
  5. CICERÓN, De natur. deor., I, 26, 73: DK 75 A 5; cfr. también, De natur. deor., I, 33, 93.
  6. SEXTO, M., I, 2: DK 75 A 7.
  7. SEXTO, M., I, 4. En este sentido, también Diógenes Laercio refiere en su libro X dedicado a Epicuro, que éste niega en una carta a Eurilo que Nausífanes fuese su maestro, cfr. D.L., X, 13. Dice también Diógenes, que Epicuro ataca agriamente a Nausífanes denominándolo inculto, mentiroso y puta, cfr. D.L., X, 8.
  8. Cfr. SÉNECA, Epist., 88, 42-43.
  9. "Nausiphanes ait ex his, quae videntur esse, nihil magis esse quam non esse". SÉNECA, Epist., LXXXVIII, 43-44: DK 75 B 4.
  10. Por ejemplo, Cfr. CLEMENTE, Strom., I, 301 D y II, 417 A.
  11. D.L., IX, 64: DK 75 A 2; cfr. FILODEMO, Rhet., 11, 1: DK 75 B 2.
  12. Cfr. D.L., IX, 66 y PLUTARCO, Prof. virt., 82: DECLEVA CAIZZI, 17 B.
  13. Cfr. D. L., IX, 70 y 67.
  14. FILODEMO, Rhet., 11, 1: DK 75 B 2.
  15. SEXTO, M., I, 1-2.
  16. D.L., IX, 69: DK 75 A 3: DECLEVA CAIZZI, 39 A.
  17. Cfr. BROCHARD, V., Op. cit., p. 78, DAL PRA, M., Op. cit., I, p.85 y también ROBIN, L. Op. cit., p.16. 
  18. Si el lector quiere, además, profundizar en la relación que existe entre los discípulos de Pirrón, cfr. DECLEVA CAIZZI, F., "Prolegomeni ad una raccolta delle fonti relative a Pirrone di Elide", in Lo Scetticismo Antico,Op. cit., vol. I, pp. 93-128, este estudio es además interesante porque ofrece un primer intento de comprensión del término "pirrónico", a través de la historia que ha tenido.
  19. Aquí radica el miedo al escepticismo, la desaparición de la verdad. Pensamos que si ésta desaparece, desaparece el mundo, sin embargo, quizá habrá que decir las palabras que Umberto Eco en su novela Il nome della rosa, El nombre de la rosa, Barcelona, 1983 , p. 435 le hace decir a Guillermo de Baskerville contemplando la "ecpirosis" de la Biblioteca:  "Quizá la tarea del que ama a los hombres consista en lograr que éstos se rían de la verdad, lograr que la verdad ría, porque la única verdad consiste en aprender a liberarnos de la insana pasión por la verdad".