Philosophical Skepticism

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Pedro Abelardo

Pedro Abelardo no es un escéptico, evidentemente, pero se ocupó, más por curiosidad intelectual que por otra cosa, sobre cuestiones relativas a la duda. En las disputas entre escuelas o escolásticos la duda podía utilizarse en un sentido metodológico, para destruir los argumentos del contrario. Entre los primeros Padres las controversias y hasta las contradicciones entre ellos hacían que los filósofos prestasen atención a los principios escépticos que las utilizaban para reconocer la imposibilidad de la verdad y el conocimiento. Las tesis pronunciadas por los filósofos debían ser estudiadas no por las diferencias que existían entre ellas, sino más bien buscando las concordancias que nos llevarían a la verdad. Por eso el método de la duda es necesario al principio e inútil al final, pues las razones a favor y en contra debían discutirse en aras de encontrar una solución. La duda sería una fórmula literaria, un procedimiento necesario para depurar el conocimiento que al final superaba la duda por la fuerza de la verdad teológica o revelada. Un famoso pasaje de Abelardo contenido en el prólogo al Sic et non, que recoge numerosas sentencias en contraste de los Padres es un ejemplo del uso metodológico de la duda. Abelardo cree que las divergencias surgidas entre los primeros Padres, a los que hay que aplicarle el método de la duda, se resuelven aplicando la autoridad de los Evangelios o la autoridad de Aristóteles. Ya Agustín de Hipona en su Contra los Académicos, advertía que dudar de las cosas singulares no era inútil, como primer paso, eso debía entender Abelardo sobre las contradicciones de los Padres, a los que había que aplicar la duda, en un primer término, para atravesándola con la investigación (inquisitio) verse iluminado por la verdad.