Philosophical Skepticism

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Aulo Gelio: distinción entre pirrónicos y académicos

Si bien es cierto que la importancia de Aulo Gelio para el estudio del escepticismo de Pirrón es poco significativa, creemos conveniente su estudio por representar un jalón de referencia obligado en la clarificación del pirronismo. Gelio, que nace hacia el 130 después de Cristo y es alumno del africano Sulpicio Apolinario, redacta para uso de sus alumnos un libro Noctes Atticae, «Las Noches Áticas», que, según explica en el prefacio, fue la distracción que ocupó sus noches de invierno en tierra del Ática[1]. Después del anónimo de Filón (10 a.C.-40), el testimonio de Aulo Gelio es el más antiguo que poseemos sobre los métodos y pretensiones del escepticismo. Su mérito consiste en exponer algunas diferencias entre las dos corrientes del escepticismo: pirrónicos y académicos y la aparición por primera vez para nosotros del término «σκεπτικός» con un uso técnico.

Gelio es un escritor muy diferente del autor de las Académicas. Se le tiene por un autor menor, aunque no falto de ingenio, elegancia o gusto. Para nosotros, su importancia radica en la convicción que tiene de que Pirrón es el iniciador del escepticismo antiguo. Quizá este cambio, fundamental con respecto a Cicerón, se debe a que las fuentes consultadas fueron diferentes. De ahí, la importancia que tiene este autor, pues es la fuente más antigua, después del anónimo en el que se basa Filón de Alejandría, para conocer correctamente el escepticismo.

Su obra, Las Noches Áticas, está formada por una sucesión de capítulos que no tienen mucho en común. No existe ningún tipo de nexo por razón de los contenidos o de los problemas que se presentan en el libro. Como es de suponer por el carácter escolar de la obra, la mayoría de esos temas están dedicados a cuestiones gramaticales o, en su defecto, a la lengua latina en general. Sin embargo, Gelio está interesado por casi todo: asuntos de tipo jurídico, político, moral o filosófico. Leyendo estos últimos tenemos la sensación de que los capítulos que dedica a algunos filósofos están inconclusos o son resúmenes de otros más amplios. Podemos citar entre ellos los siguientes: «Favorino distingue el estilo de Lisias y Platón» (II, V), «Sobre los tres estilos y sobre los tres filósofos que han sido enviados en embajada al Senado romano a la manera socrática (IV, I), «Crisipo y la providencia» (VII, I), «Diferencias entre pirrónicos y académicos» (XI, V) «Una discusión sobre el valor de las palabras (XI, XII) etc.

Parece, según lo anterior, que Las Noches Áticas no se proponen nada más que servir de noticia, motivación y enseñanza a unos lectores en proceso de formación intelectual. El carácter pedagógico del libro determina, por tanto, el tratamiento y la profundidad de los problemas estudiados. Ésta es la razón de la gran cantidad de temas tratados y de su disparidad, recopilados sin la existencia de una idea rectora que pudiera dar unidad al conjunto. De ahí que los capítulos se sucedan unos a otros sin regla premeditada[2].

La exuberancia de temas y autores que aparecen en la obra de Gelio revela la tarea de un maestro que intenta educar a sus alumnos con clara idea pedagógica. En la parte dedicada a la filosofía una de las fuentes principales es Favorino que es una pieza insustituible en la recomposición del escepticismo. Nació en Arlés, en la Provenza, vivió entre el 80-150 después de Cristo y se distinguió por ser un buen transmisor de las doctrinas de los filósofos coetáneos. Más que por una gran significación filosófica, Favorino es importante por su erudición literaria e histórica. Fue primero discípulo de Epicteto, aunque, posteriormente, debatió contra los estoicos; después, siguió las enseñanzas de Enesidemo escribiendo Sobre los Modos (o Tropos) pirrónicos[3]. La colaboración de Favorino con Gelio no fue la única, puesto que descubrimos también un cierto conocimiento de Plutarco (45-120) y de Herodes Ático, que le pudieron haber dado acceso a otros autores más antiguos. Por otra parte, la abundancia de elementos estoicos y escépticos, que reconocemos en su libro, prueban que era bastante sensible al clima de polémica y controversia que presidía las relaciones entre la filosofía académica y el escepticismo en general.

De una cosa podemos estar seguros: Favorino es una de las fuentes más utilizadas por Gelio[4], y por otros autores como Filóstrato[5] o Diógenes Laercio en sus Vidas de filósofos[6]. Hasta es posible que sea el causante, en parte, de las notas breves que leemos en la obra de Gelio sobre los problemas filosóficos que propone. Esto explicaría la especial atención que evidencia por el problema de la representación y por el «status» de la phantasía o visum que parece uno de los problemas más tratados por Favorino en sus libros. No obstante, hay algo que tiene mayor importancia que esto. Si Favorino, basándose en Enesidemo, es la fuente respecto a estoicos, epicúreos, pirrónicos y académicos y si, además, todos los problemas referentes a estos movimientos filosóficos tienen un carácter más bien epistemológico, se puede pensar que en su época ya se había rescatado otra lectura de carácter más gnoseológica y teórica de Pirrón. Advertimos, pues, la apertura del escepticismo hacia problemas relacionados con el conocimiento que no eran reconocibles por Cicerón, quedando únicamente los problemas morales[7].

Las Noches Áticas es un texto poco representativo del escepticismo antiguo, aunque el nombre de Pirrón se encuentra atestiguado en él y este extremo es importante para un estudio que no sólo se ocupa de Pirrón de Elis sino de su papel como radical productor de la conciencia escéptica griega. El pasaje substancial sobre el pirronismo aparece en el libro XI, capítulo V; el título reza así: «Algunas observaciones, someras, sobre los filósofos pirrónicos de una parte, y sobre los académicos de otra, así como sobre lo que les distingue»[8]; citamos el texto por extenso:

«LLamamos filósofos pirrónicos a los que se aplica en griego la denominación «skeptikoí»: esto significa aproximadamente algo así como «buscadores» y «examinadores»(«id ferme significat quasi «quaesitores» et «consideratores»). Pues nada deciden, nada establecen (nihil enim decernunt, nihil constituunt), sino que están siempre buscando y examinando qué puede decidirse y establecerse. Y ellos piensan que no ven ni oyen correctamente, sino que sufren afecciones tales como si viesen y oyesen; y dudan y tratan de averiguar cuáles y de qué manera son las cosas mismas que les provocan sus afecciones; afirman que a causa de la mezcla y de la confusión de los signos de lo verdadero y de lo falso, la verdad aparece hasta tal punto inaprehensible que cualquiera que no se precipite ni sea demasiado fácil en el juicio debe usar estas palabras, las cuales dicen utilizó Pirrón, el fundador de esta filosofía: «no es más de este modo que de aquel modo o que de ninguno de ellos (o_ μ_λλov o_τως _χει τόδε _ _κείvως _ o_θετέρως)». Pues dicen que no es posible conocer ni percibir los indicios o las propiedades reales de cualquier cosa, y eso mismo intentan enseñarlo y mostrarlo en muchos modos. Sobre esta cuestión también Favorino escribió diez libros de manera muy sutil y aguda, a los que llama «Sobre los tropos pirrónicos». Es una cuestión antigua tratada por numerosos autores griegos qué separa y en qué medida a los filósofos pirrónicos de los filósofos académicos (Vetus autem quaestio, et a multis scriptoribus Graecis tractata est, an quid et quantum inter pyrrhonios et academicos philosophos intersit). Unos y otros llevan el título de skeptikoí, ephektikoí, aporetikoí, puesto que unos y otros no afirman nada y piensan que nada puede ser comprendido, sino que dicen que de todas las cosas se producen una especie de visiones, a las cuales llaman fantasías, pues no son según la naturaleza de esas mismas cosas, sino según es la disposición anímica y corporal de éstos a los que llegan las cosas que se ven. Así pues todas las cosas que mueven los sentidos de los hombres dicen que son τ_v πρός τι, esta palabra significa que no hay nada que tenga consistencia por sí misma, ni que tenga fuerza y naturaleza propia sino que todas las cosas son referidas a otra cosa y parece que son tal como es su apariencia mientras son contempladas, tales como son creadas en los sentidos a los que han llegado no en sí, en su origen. Sin embargo, aunque sobre este tema los pirrónicos y los académicos están de acuerdo, no obstante se considera que difieren entre ellos por otros motivos y, especialmente, porque los académicos «quasi» comprenden esto mismo: que nada puede ser comprendido (nihil posse comprehendi), y «quasi» deciden que nada puede ser decidido (nihil posse decerni). Los pirrónicos ni siquiera dicen que parece, en absoluto, verdadero eso de que nada parece ser verdadero (pyrrhonii ne id quidem ullo pacto videri verum dicunt, quod nihil esse verum videtur[9].

Las consideraciones que hacemos sobre el texto, no pretenden ser de contenidos concretos, que dejamos para los capítulos siguientes, sino más bien de carácter general.

La primera observación sobre este pasaje deriva de la calificación que el propio Gelio proporciona de las noticias (quaedam strictim notata) que presenta: habla de algunas observaciones someras sobre los filósofos pirrónicos y sobre los Académicos, así como sobre lo que les distingue. Frente al problema que examina, advertimos, previamente, una intención más explicativa que rigurosamente exhaustiva. Gelio sólo intenta distinguir y establecer diferencias entre pirrónicos y académicos mediante un examen crítico y comprensivo (sin amplitud ni detalle) de la situación en la que se encuentran. Otro apunte de la intención no minuciosa del autor es el testimonio final del texto: Aulo Gelio indica que existen diferencias entre los pirrónicos y los académicos, pero no tiene intención de ser preciso, y dice que difieren entre ellos por otros motivos, (propter alia quaedam) que no explicita[10]. Aquí, lo mismo que en el título, el empleo de quaedam manifesta un tono deliberadamente impreciso. Posiblemente, esto responda a la actitud escolar que tiene el libro, eficaz si lo entendemos como una especie de manual para los alumnos, que apuesta más por descubrir nuevos problemas que por solucionar en profundidad algunos de los ya planteados.

Otro aspecto que destaca en esta fuente se refiere a la cuestión terminológica. A partir de Gelio existe cierta unidad que se mantiene también en Sexto Empírico. Así, aunque no atestiguamos en esta fuente la aplicación a Pirrón de la idea de investigación metodológica, tal como es perfilada por el escepticismo posterior y la medicina empírica, sí que descubrimos el reconocimiento de una clara intención gnoseológica como procedimiento para obtener una vida feliz: un fundamento gnoseológico como soporte del comportamiento moral. Este proyecto podemos apreciarlo en el primer párrafo de este capítulo de las Noches Áticas, cuando al hablar de los filósofos pirrónicos comenta de ellos: «sino que están siempre buscando y examinando qué puede decidirse y establecerse»[11]. El carácter fundamental del pirronismo se despliega en la investigación, en la búsqueda y en el examen de la naturaleza, llegando como conclusión a la suspensión. Esta actitud caracteriza al movimiento escéptico, y queda claro, para Aulo Gelio, que el fundador de esta actitud escéptica fue Pirrón de Elis: «las cuales (palabras) dicen utilizó Pirrón, el fundador de esta filosofía: «no es más de este modo que de aquel modo o que de ninguno de ellos».

La aplicación de esta idea se prefigura en las primeras líneas del texto. Gelio define, allí, a los pirrónicos con un término filosóficamente muy valioso: skeptikoí. Este vocablo, que tendrá bastante éxito en la historia de la filosofía, se emplea por primera vez aquí con un uso técnico. Aulo Gelio, siguiendo a Favorino que toma como base a Enesidemo, explica que el término «skeptikoí» designa tanto a los pirrónicos como a los académicos, lo cual es sorprendente pues sabemos que cuando escribe Sexto Empírico, «sképsis» o «skeptik_ philosophía» ya parece ser la designación normalizada de la filosofía pirrónica, pero no de la académica que el propio Sexto distingue de la escéptica[12]. Sin embargo, en Gelio la situación no está tan clara, pues, llama indistintamente skeptikoí a académicos y pirrónicos, quizá como forma de reducirlos a una sola tendencia[13]. Notemos, sin embargo, que en un primer momento son los pirrónicos, «Quos pyrrhonios philosophos vocamus», no los académicos los referidos en el texto con este nombre, como si de un cognomen griego se tratara. Un poco más abajo, sin embargo, aplica los términos de «skeptikoí», «ephektikoí» y «apor_tikoí», tanto a los pirrónicos como a los académicos. La cuestión es interesante porque aunque esta etiqueta, para Gelio, es correcta para definir tanto la filosofía de los pirrónicos como la de los académicos, no parece que haya duda de que los primeros en tener este nombre, skeptikoí, son los pirrónicos, nombre que conviene también a los académicos. Por eso, pensamos que esta segunda utilización del nombre es una explicación y ampliación del ámbito de referencia de la palabra «escéptico» con lo que Gelio quiere dejar zanjada la cuestión de la diferencia entre estos dos tipos de pensamiento.

Si relacionamos los dos textos donde aparecen los términos griegos que designan a los pirrónicos y académicos vemos que tanto el significado del término griego «skeptikoí», como los significados de los términos latinos «quaesitores et consideratores», pueden aplicarse, en rigor, tanto a los filósofos «apor_tikoí» y «ephektikoí»; el término latino dicuntur sugiere que esta descripción era regularmente usada para los académicos, probablemente en la numerosa literatura que se había creado concerniendo a las diferencias entre las dos escuelas y que es mencionada por Gelio un poco antes (Vetus autem quaestio, et a multis scriptoribus Graecis tractata est). Una posible solución propuesta por Tarrant[14], es que podríamos entender el término «escéptico» como un nombre sólo para los pirrónicos, pero también como una adecuada descripción para los académicos[15].

Según un pasaje de Diógenes, Enesidemo podría haber usado el término «sképseis» para referirse a las investigaciones[16] de los pirrónicos; así Diógenes introduce la frase «α_ _v τα_ς σκέψεσιv _vτιθέσεις»[17], siendo, al parecer Enesidemo la fuente. Esto significa que skêpsis es más una manera de hacer una investigación, (sentido unido al primitivo de examinar o buscar) utilizada por los pirrónicos, que un título oficial dado por Enesidemo a sus propios seguidores o predecesores cuando los compara con los académicos. Poco a poco el adjetivo «escéptico» pudo haber desarrollado un especial uso, refiriéndose a aquellos que emplean el método antitético como camino a la suspensión del juicio.

Por eso, a pesar de esta casi identificación entre ambos movimientos en cuanto a los nombres, existen entre ellos, como ya hemos visto, claras diferencias. A juicio de Gelio la más clara distinción entre académicos y pirrónicos viene dada en el ámbito del conocimiento: los académicos «casi» (quasi) comprenden que nada puede ser comprendido, y «casi» (quasi) deciden que nada puede ser decidido; mientras que los pirrónicos ni siquiera afirman con carácter dogmático que parezca, en absoluto, verdadero el que nada parezca verdadero: la afirmación académica es tajante y los pirrónicos no pueden estar de acuerdo con ella. La diferencia entre los dos viene dada, principalmente, por una cuestión de énfasis[18]; en el caso de los académicos, la negación de la comprensión de algo se convierte en positiva, ya que al menos la verdad de la sentencia misma, «nada puede ser comprendido», no la ponen en duda; mientras que en los pirrónicos se establece la indefinición más radical, pues ni siquiera son capaces de saber si esa afirmación, «nada puede ser comprendido», que sirve de punto de partida, puede ser sostenida con seguridad[19]. Lo que parece fundar y legitimar la actitud pirrónica es el argumento de la relación[20], según el cual constatamos que todo es relativo y nos abstenemos acerca de la naturaleza de las cosas. Esta distinción conecta con el texto de Timón, citado por Aristocles, y con otro presentado por Sexto Empírico en las Hipotiposis. En este pasaje se define a la corriente escéptica como investigadora, por su continua búsqueda, suspensiva por el estado que provoca en el investigador una vez que finaliza la búsqueda y no tiene más remedio que suspender su juicio y dubitativa por el hábito que adquiere el investigador de dudar y buscar sobre todas las cosas[21].

Estos tres términos refieren no sólo una actitud cognoscitiva sino también moral. El escéptico busca, cuestiona, se da cuenta que no puede afirmar nada acerca de las cosas y suspende el juicio, en ese momento consigue la felicidad. Existe, pues, un intento de determinar de alguna manera en qué consiste la realidad, la naturaleza de las cosas, pero también nos encontramos con un cierto vacío, una abstención como postura crítica ante todo criterio dado de conocimiento y por ampliación ante toda conducta. Gelio también recoge esa línea ética que para Cicerón era la única existente en el pirronismo, junto a la línea de preocupación por el conocimiento que también inquietó a Pirrón. Según Gelio, Pirrón se ocupa de los dos planos más importantes del hombre: el cognoscitivo y el ético. El primero es fundamental para el segundo, pues del enfrentamiento con la realidad que se realiza a través del conocimiento, el pirrónico concluye la abstención.

En definitiva, estos apuntes sobre el pirronismo que deja Gelio equilibran y desarrollan los datos aportados por Cicerón. En éste último, el pensamiento de Pirrón sólo reflejaba una actitud ética que orienta toda su filosofía; en Gelio, se aportan nuevos elementos que definen a Pirrón y al pirronismo como un movimiento no sólo orientado por cierto comportamiento moral, sino también por una preocupación gnoseológica en la que la investigación, el conocimiento de la naturaleza de las cosas, al ser relativo a cada hombre, es inestable en sí mismo: sin fuerza propia e incapaz de determinar lo que son las cosas.

Por tanto, la claridad con que Gelio afirma que los pirrónicos son, inequívocamente, los verdaderos iniciadores del movimiento escéptico, indica que la restauración iniciada por Enesidemo llega con toda claridad, a través de Favorino, a este latino. Así, el pasaje de Las Noches Áticas, después del testimonio de Timón, citado por Aristocles, y del anónimo de Filón, es la declaración más antigua que poseemos sobre la diferencia de ideas y de procedimientos del pirronismo y el escepticismo de los académicos.

  1. Cfr. GELIO, Noct. Att., Praefatio, 4

  2. Cfr. para los problemas relativos al texto de esta obra y a la sucesión de sus capítulos: Aullu GELLE, Les Nuits Attiques, [texte établi et traduit par René MARACHE], Paris, Tome I 1967, tome II, 1978, introducción; también, The Attic Nights of Aulus Gellius, [trans. J.C. ROLFE], London, Cambridge, Massachusetts, vol. I,II,III, 1948-1952; y la edición crítica de Oxford; A. GELLII, Noctes Atticae, [Recognovit Brevique Adnotatione Critica Instruxit, P.K., MARSHALL], Tomus I y II, Oxford, 1968.

  3. Según Diógenes Laercio, Favorino introdujo alguna variante en el ordenamiento de los tropos, cfr. D.L., IX, 87.

  4. Es poco probable que el modelo de Gelio fuesen los diez libros de Favorino sobre los tropos pirrónicos. La referencia a esta obra en el texto: «Super qua re Favorinus quoque subtilissime argutissimeque decem libros composuit, quos Πυρρωvείωv Τρόπωv inscribit», más bien contribuye a pensar que Gelio utiliza otra obra de Favorino y recuerda como excursus la mejor obra del autor que divulga, de ahí los calificativos subtilissime argutissimeque, prueba del paréntesis que está realizando. Esta tesis es defendida también por DUMONT, loc.cit., p. 159.

  5. Véase, por ejemplo, Vidas de los sofistas, I, 8,

  6. Como por ejemplo, D.L., II, 1, 11, 20, 23, 38, 39, 40; III, 3, 19, 20, 24, 25, 37, 40, 48, 57, 62; IV, 5, 54, 63; V, 5, 9, 21, 41, 76, 77; VI, 25, 73, 89; VIII, 12, 15, 47, 48, 53, 63, 73, 83, 90; IX, 9, 20, 23, 34, 50, 87.

  7. Desde esta perspectiva, podemos entender que tanto en Diógenes Laercio como en Sexto, que al parecer tienen como una de sus fuentes a Favorino, subsiste junto a una línea moral menor pirrónica, una actitud fenomenista frente al conocimiento mucho más importante e influyente. Fueron, justamente, los problemas referentes al conocimiento los que van a tener un mayor desarrollo en el escepticismo. Para ver todo este problema véase ANNAS J. and BARNES J., The Modes of Scepticism. Ancient Text and Modern Interpretations, Cambridge, London, New York, Sydney, 1985, pp. 19-30; cfr. además, DUMONT, J. P., Le Scepticisme et le Phénomène. Essai sur la signification et les origines du pyrrhonisme (Bibliothèque d'Histoire de la Philosophie), Paris, 1972, pp. 154-155. Por su parte, ROBIN, L., Pyhrron et le Scepticisme grec (Les Grands Philosophes), Paris, 1944, p. 230, se equivoca al hacer de Favorino (ca. 80-50), un sucesor de Sexto Empírico (ca. 225-250).

  8. «De Pyrroniis philosophis quaedam, deque Academicis strictim notata; deque inter eos differentia».

    GELIO, Noct. Att., XI, V.

  9. GELIO, Noct. Att., XI, V.

  10. Gelio no presenta todas y cada una de las diferencias, sino que explícitamente cita sólo aquella que los separa. Esto no cuadra con la presentación del texto, por eso, estamos de acuerdo con DUMONT, J.P., Op. cit., p. 158, en el desequilibrio existente entre el sumario que sirve de entrada al texto y el desarrollo del mismo, aunque no creemos plausible la explicación que da de este hecho: según Dumont, Aulo Gelio en el curso de una de sus noches pasadas en el Ática, proyecta resumir el libro de Favorino que está leyendo; tiene la paciencia de copiar el principio detallado del libro, pero a medida que transcurre la noche el plan inicial se reduce, ofreciendo el texto un ligero desequilibrio entre el esquema anunciado en el título y la redacción definitiva.

  11. GELIO, Loc. cit.; Cfr. MILLS PATRICK, M., The Greek Sceptics, New York, 1929, pp. 44-45, el cual mantiene la idea de investigación en Pirrón, DECLEVA CAIZZI argumenta en contra del testimonio de Mills Patrick pues, según ella, no se atestigua en los textos de Pirrón la presencia de la idea de investigación que luego si que se desarrollará con el escepticismo posterior, Op. cit., p. 199.

  12. Sexto Empírico distingue en las Hipotiposis Pirrónicas entre la doctrina académica y la filosofía escéptica, pues afirma que los principales tipos de filosofía son tres, la dogmática, la académica y la escéptica; cfr. SEXTO, H.P., I, 4.

  13. Esta es al menos la opinión de STRIKER, G., «Skeptical Strategies» in Doub and Dogmatism. Studies in Hellenistic Epistemology, Ed. Burnyeat, F.M., Oxford, 1980, p. 54, nota 1.

  14. Cfr. TARRANT, H., Sceptcism or platonism? The philosophy of the fourth Academy, Cambridge, 1985, pp. 22-23.

  15. De hecho, Teodosio, que es un pirrónico-empírico, rechaza en el Sumario escéptico (cfr. D.L., IX, 70), el término «pirrónicos» como nombre para la disciplina escéptica, según su opinión, porque tenemos dudas sobre la disposición mental de Pirrón, prefiriendo aparentemente el término «escéptico». Tales reservas pueden tener detrás la tendencia, que se puede ver en Filón (Quaestiones et Solutiones in Genesin, 3, 33) de usar términos tales como «escéptico» y «eféctico» como nombres para los filósofos pirrónicos sólo, aunque no con un sentido técnico.

  16. De los cuatro términos que pueden servir como nombres para los pirrónicos (escépticos, zetéticos, efécticos y aporéticos, Cfr. D.L., IX, 69-70) los dos primeros derivan de verbos que significan «examinar», «buscar». En estos términos se introdujo una significación que era ajena al significado propio del término: ese examen y esa búsqueda pasó a ser constante, una constante búsqueda de la verdad: examen junto a descubrimiento.

  17. D.L., IX, 78.

  18. Esta es también la hipótesis de Michael Frede, para quien el escepticismo pirrónico y el escepticismo académico forman parte de lo que podemos denominar «escepticismo clásico», y las diferencias entre ellos son menores comparadas con el escepticismo dogmático, en el que, en rigor, no pueden ser clasificados ninguno de los dos. Cfr. FREDE, M., «The sceptic's two kinds of assent and the question of the possibility of knowledge» en Essays in Ancient Philosophy, Oxford, 1987, pp. 201-222, principalmente, p. 201 y 221.

  19. De las palabras de Gelio se deduce que para Pirrón los hombres deben hacer un uso moderado de sus juicios sobre la realidad, de ahí que a causa de la mezcla y confusión que existe sobre los signos de lo verdadero y falso, el hombre debe ser prudente en sus juicios y no declarar que las cosas son más de este modo que de aquél modo o de ninguno de ellos.

  20. O del πρός τι, citado por Gelio a propósito de las impresiones que tenemos de las cosas: Ibidem. Esta fórmula, tomada casi con seguridad de Favorino, nos retrotrae al tropo de Enesidemo «todas las cosas aparecen relativas», πρός τι πάvτα _αίvεται. Este tropo aparece con el número ocho en Sexto, cfr. H.P., I, 135-140; con el número diez en Diógenes Laercio, vid., IX, 87-88 y en Filón con el número seis, cfr. De ebrietate, 186-189.

  21. Cfr. SEXTO, H.P., I, 7: DECLEVA CAIZZI, 40; Cfr. también SUIDAS, s.v. Πυρρώvειoι: DECLEVA CAIZZI, 39 B y D.L., IX, 69-70: DECLEVA CAIZZI, 39 A.