Fauna

 

Gracias a la estructura desigual de la vegetación, con árboles dispersos y un estrato herbáceo y arbustivo muy diverso, la dehesa es capaz de albergar una amplia variedad de especies animales, tanto domésticas como silvestres.

GANADO

 

El ganado que habitualmente encontramos en la dehesa está constituido por varias especies como ovino, vacuno, caprino, porcino y equino, siendo frecuente la presencia de varias de ellas en la misma explotación.

 

El ovino es la que mejor se adapta a la dehesa, siendo la raza Merina la más representativa, aunque también resulta frecuente el empleo de otras como la Manchega, la Castellana o la Talaverana. Actualmente en el ovino orientado a producción de carne son cada vez más frecuentes las razas Merino precoz, Île de France, Fleischschaf o Landschaf.

El cerdo ibérico es la especie más emblemática, siendo habitual su cruce comercial con la raza Duroc Jersey.

 

El vacuno lo conforman animales rústicos, principalmente de razas autóctonas como Avileña-Negra Ibérica, Morucha, Retinta, Lidia, Berrenda en colorado y Berrenda en negro. No obstante, es habitual el cruce de estas razas con otras de mayor aptitud cárnica y precocidad como Limousine o Charolais.

 

El caprino es relativamente escaso y se asocia a zonas con mayor presencia de matorral. Las razas más habituales son la Verata, Retinta y Serrana, además de la Florida y Malagueña con especial importancia en Andalucía.

 

De forma esporádica podemos encontrar pastando en la dehesa al caballo español y al burro andaluz.

FAUNA SILVESTRE

 

La fauna silvestre de la dehesa comprende en torno a 60 especies de aves nidificantes, más de 20 mamíferos y otras tantas de reptiles y anfibios. Dicha biodiversidad se debe fundamentalmente a la heterogeneidad vertical de la vegetación (estratos arbóreo, arbustivo y herbáceo), pero también a la variación en áreas muy pequeñas de parámetros como la densidad del arbolado, la espesura del matorral, la presencia de vaguadas y terrenos de labranza, charcas, etc. Todo ello da como resultado un mosaico de microhábitats.

 

En zonas de arbolado disperso, con predominancia del estrato herbáceo, pueden aparecer especies propias de medios abiertos, esteparios o agrícolas, como el elanio azul (Elanus caeruleus), el triguero (Miliaria calandria), la avutarda (Otis tarda), la grulla común (Grus grus), la liebre (Lepus europaeus) o la perdiz roja (Alectoris rufa). Las rapaces aprovechan la abundancia de presas junto con la posibilidad de cazar dentro de la masa abierta. Numerosas especies campean en la dehesa: entre ellas, el águila imperial (Aquila adalberti), el águila calzada (Hieraaetus pennatus), el cárabo (Strix aluco), el búho real (Bubo bubo), el milano real (Milvus milvus) y el cernícalo primilla (Falco naumanni). Ocasionalmente aparecen las carroñeras, como el buitre negro (Aegypius monachus) o el buitre leonado (Gyps fulvus).

En zonas de transición puede observarse la abubilla (Upupa epops), el rabilargo (Cyanopica cyanus), el chochín (Troglodytes troglodytes), la paloma torcaz (Columba palumbus) o la tórtola europea (Streptopelia turtur).

 

Las zonas con matorral y arbolado más denso constituyen el refugio de especies de nicho arbustivo y de mamíferos de muy diverso porte, como el conejo (Oryctolagus cuniculus), gato montés (Felis silvestris), lince ibérico (Lynx pardinus), ciervo (Cervus elaphus) y jabalí (Sus scrofa), entre otros. Los árboles más altos permiten nidificar a especies como la cigüeña común (Ciconia ciconia) o la cigüeña negra (Ciconia nigra).

 

Asimismo, los huecos, irregularidades y heridas de los árboles, fruto de los tratamientos a los que han sido sometidos (podas, descorche…), constituyen el cobijo no sólo de numerosos invertebrados, sino también de aves, como el pito real (Picus viridis), herrerillo (Parus caeruleus), de reptiles, como el lagarto ocelado (Lacerta lepida) y culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), y roedores, como el ratón de campo (Apodemus sylvaticus). Muchas de ellas encuentran también abrigo en los muros de piedra y otras infraestructuras tradicionales características de la dehesa.

 

Flora

 

En la dehesa la diversidad local de plantas, sobre todo herbáceas anuales, alcanza valores comparables con los hábitats más diversos del mundo gracias a la mezcla de distintos ambientes como bosques, pastizales, matorrales y cultivos.

ARBOLADO

 

El arbolado se considera el elemento esencial de la dehesa dadas las múltiples funciones que desempeña. Su función productiva, de ramón, leña, corcho y principalmente bellota, es la más conocida y ha tenido distinto valor en las economías locales a lo largo del tiempo. Por otro lado, destaca por su importante función ecológica, ya que el arbolado juega un papel fundamental en la estabilización del ecosistema y contribuye de forma significativa a la creación de distintos ambientes que favorecen la biodiversidad.

 

El arbolado se compone en su mayoría de especies del género Quercus, principalmente encina (Quercus ilex subsp. ballota) y alcornoque (Quercus suber), y ocasionalmente otras especies como acebuche (Olea europaea var. sylvestris), quejigo (Quercus faginea) y quejigo andaluz (Quercus canariensis). De manera local pueden encontrarse manchas adehesadas de pino piñonero (Pinus pinea), melojo (Quercus pyrenaica), fresno (Fraxinus angustifolia), algarrobo (Ceratonia siliqua), castaño (Castanea sativa), cornicabra (Pistacia terebinthus) o coscoja (Quercus coccifera).

MATORRAL

 

Aunque los matorrales se encuentran típicamente asociados a la dehesa, su presencia suele ser escasa y temporal, ya que su control, para beneficio de los pastizales, suele llevarse a cabo mediante el adecuado manejo del ganado, los cultivos agrícolas en rotación y las labores de desbroce. Los matorrales juegan un papel importante en la dehesa, contribuyendo a la estabilidad del suelo, facilitando la regeneración del arbolado, diversificando el paisaje, creando hábitat para muchas especies de fauna silvestre, además de constituir una reserva de forraje para el ganado de gran valor en los años menos favorables.

 

Las especies más características son en su mayoría jarales (Cistus ladanifer, C. monspeliensis y C. crispus), abundando también otras como el cantueso (Lavandula stoechas), tomillo (Thymus vulgaris), romero (Rosmarinus officinalis) y retama amarilla (Retama sphaerocarpa). El matorral noble aparece representado por madroño (Arbutus unedo), brezos (Erica spp.), labiérnago (Phillyrea angustifolia), mirto (Myrtus communis), etc.

PASTIZAL

 

El pasto herbáceo constituye un importante recurso no sólo alimenticio, sino también genético. Este estrato presenta una alta variabilidad tanto en composición específica como en recubrimiento y fenología, en función del tipo de suelo, de su humedad, de la intensidad del uso ganadero, del tipo de manejo, etc. En los pastos de las dehesas existe un amplio mosaico de comunidades vegetales con una gran riqueza específica, superior en muchos casos a otros sistemas mucho menos intervenidos por el hombre.

 

Los pastos más abundantes en la dehesa están constituidos fundamentalmente por comunidades de terófitas con una gran presencia de leguminosas de interés pastoral, como Trifolium glomeratum, T. arvense, T. tomentosum, Medicago spp., Anthyllis lotoides, etc. No obstante, en aquellas zonas sometidas a un pastoreo intenso aparecen los majadales, constituidos por especies anuales y vivaces como la Poa bulbosa y el Trifolium subterraneum, constituyendo el tipo de pastizal de mejor calidad que podemos encontrar en la dehesa. En las vaguadas y depresiones con acumulación de agua de escorrentía aparecen los vallicares, comunidades pascícolas constituidas por gramíneas altas perennes y escasez de leguminosas, siendo las especies más características Agrostis spp.

En los espacios más llanos e intervenidos, aparecen los cultivos forrajeros en rotaciones más o menos espaciadas, dependiendo de la aptitud del suelo. Los cultivos en la dehesa sirven para proporcionar alimento al ganado en los momentos de bache alimenticio y controlar el grado de ocupación del matorral, aunque a veces las cosechas han estado orientadas a la alimentación humana. Los cultivos más habituales en la dehesa son los cereales (avena, trigo, triticale, cebada, centeno) y algunas leguminosas (veza, altramuz “tremosilla”), bien solos o en mezclas.